Una leve mejora

Llevaba puesta mi gabardina negra. Me había introducido en una callejuela donde había bastantes peleas.
Ahora mismo dos demonios se estaban peleando por un motivo que, en el fondo, era estúpido. Pero no hay nada mejor que luchar contra alguien, ¿no?
Entré en una herreria, y me puse delante del mostrador.
-Disculpe, necesito que me hagan una valorización de un arma.
Un hombre alto y forzudo apareció delante de mí. Sus alas demoníacas estaban deterioradas, y sus ojos eran totalmente rojos, como el fuego.
En vez de ojos, parecía que tenía dos trozos de carbón incandescente.
-¿Qué tipo de arma? -Gruñó.
Desenvainé mi espada.
-Quiero saber si tiene algo para mejorarla.
Agarró el arma como si de una pluma se tratase, y la examinó unos instantes.
-Creo que tengo algo. Vuelve mañana.
Salí de la tienda y me quedé mirando la pelea, que seguramente iba a tener su final en breve.

*Dos lazos de materia oscura y fluida se enroscan alrededor de los dos demonios. Se oye un siseo y sendos gritos de dolor. La sustancia retrocede rápidamente y me dejo ver*.
-Dejadlo ya, idiotas.

Los demonios la miran, se rien y se van.
Me la quedo mirando.
-No... puede ser. ¿Alicia?

*Sonrío seductoramente*.
-Angelo... Ixel - arrastro ligeramente la palabra, acercándome.

Me rio por lo bajo.
-No esperaba verte... hacía tiempo que no me honrabas con tu presencia.

-¿Me echabas de menos?
*Río por lo bajo y le beso en la mejilla*.

Sentí de pronto la nostalgia. La había echado de menos.
-Pues... quién sabe. -Entrecerré los ojos y sonreí con malicia. -He estado de todos modos en buenas manos.

*Sonrío*.
-Mmm... - ronroneo. -¿Puedo preguntar qué manos? - le miro con una chispa de diversión tras los párpados entornados.

Suspiré.
-Ya sabes, el mundo demoníaco está repleto de piezas bastante... hermosas. -Asentí. -Aunque claro... la verdad es que no he visto ninguna que pueda igualarte.

*Sonrío*.
-Veo que no has perdido tus capacidades de Don Juan - digo, arrastrando ligeramente el nombre.

Me rio por lo bajo.
-No he cambiado.... nada.

*Sonrío y me humedezco los labios, mirándole de arriba abajo*.
-Me alegro...

Me rio levemente.
-¿Y tú? ¿Has cambiado?

-No sé... tal vez, o tal vez no - sonrío burlona.

Enarco una ceja.
-Espero que hayas mejorado para bien.

*Me río*.
-No lo creo.

La agarro por la muñeca.
-Me gustaría comprovar ciertas mejoras.