Entre las nubes y el alma

Respiré el aire de esta ciudad.
Nebulópolis.
Una ciudad sin cosas nocivas. Un lugar donde se podía respirar sin coger nada contaminante.
La ciudad de los ángeles.
Sonreí. Iba a pasar una temporada por aquí.
Me apoyé en la pared de una tienda, y cerré los ojos.

Me fijo en una chica que me había saludado.
-Hola, mi hombre es Angelo. -Sonreí.

Sonrio tierna y falsamente.
-Yo soy... un vampiro. -Dije dubitativo.

Empiezo a reirme sin ganas.
-Chupo sangre, pero no voy chupándosela a todo aquel que veo, ¿eh?

Asiento levemente.
-¿Y tú qué eres?

Ladeé la cabeza.
-Lo suponía, tienes la inocencia grabada en los ojos.

Ladeo la cabeza, conn una siniestra sonrisa.
-Dicen que las apariencias engañan.

-Porque es la verdad. -Me acerco unos pasos a ella. -Yo perfectamente podría ser un malvado depredador, porque aunque no me beba tu sangre, no significa que no te vaya a hacer cosas malas.

Me la quedo mirando.
-¿Por qué te vas? -Vocifeé. -No voy a hacerte daño. No tengo por qué hacerlo.

Enarqué una ceja.
-No me gusta que la gente huya. ¿Estás bien?

Sonrio, un poco aliviado.
Le acaricio la mejilla.
-Me habías asustado.

Pongo mi mano en su cabeza y me rio.
-No te disculpes. Me recuerdas a alguien.