A orillas de la isla

Había llegado hasta allí por méritos propios. El mejor sitio para no estar rodeado de humanos era este. Una isla tranquila, donde no había jaleo...
Me puse a la orilla, y contemplé el mar.

*Estaba caminando por la orilla cuando ví a un chico, me acerqué a el.*

Alcé la mirada. Alguien se estaba acercando a mí, pero no la conocía.

- Hola- saludo con una sonrisa.

Asiento levemente la cabeza y sonrio con cierta falsedad.
-Hola.

- Soy Lúmina- me presento.- ¿y tu?

-Yo me llamo Angelo. -Desvio levemente la mirada.

- Encantada, Ángelo...- digo sin dejar de sonreir.

Entrecerré los ojos, sin borrar la sonrisa que tenía en mi rostro.
-¿Por qué te has acercado a mí?

*En torno los ojos pensado.*
- Quizá sea por simple curiosidad o por conocer gente, pasar el rato... ¡quien sabe!

Empiezo a reirme por lo bajo.
-¿Y si soy un terrible monstruo?

*Rio.*
- Me las apañaré, aun que en verdad no lo pareces...- digo observándolo de arriba a bajo.

Enarco una ceja.
-No, no lo parezco.

- A mi no me lo pareces...
*Sonrio.*

Me incorporé, y me acerqué a ella.
-Dicen que las apariencias engañan. O ese es el dicho.

- No todas tienen que engañar...

Mi sonrisa se ensancha. Tomo su mano y me la acerco a los labios.
-Supongo que tendréis razón. -Dije, y besé su mano sin dejar de mirarla.

*Lo miro.*
- Em... bueno cada uno tiene su opinión ¿no?

Asiento.
-Tu presencia es bastante tranquilizadora... ¿Eres acaso un ángel?

- Has dado en el clavo- digo sonriendo.

Me quedo un poco sorprendido.
-Ya entiendo algunas cosas...

- ¿Que cosas?- digo sonriendo.

*Sonrio.*
- Y exactamente ¿a que se debe?- pregunto curiosa.

Me la quedo mirando.
-Ultimamente me atraéis. Vuestra belleza y pureza es inigualable.