A orillas de la isla

- Unos tienen más pureza que otros.

Asiento levemente.
-En una guerra, las criaturas se pelean, y para pelear hay que tener sangre fría.-Ladeo la cabeza.-Y los ángeles guerreros existen.

*Lo miro fijamente y asiento.*
- Sí, existen. Y también los puros.

Sonreí.
-Entiendo.
Me separé de ella.
-Tú te consideras pura, ¿no es así?

- Te equivicas. ¿Sabes como se creó Gaia?

Parpadeé levemente.
-La verdad es que no, nunca me he interesado por la historia.

- Gaia es un mundo que se formó por el odio de Azazel, La reina del Infierno y mio. Las guerras estre ambas eran interminables y Gaia sufría todo el daño. Un antiguo guerrero dió su vida para que nos dieramos cuenta del daño que causábamos y con la aparición de la rosa llamada La Rosa de los Vientos, Azazel y yo hicimos un pacto: no más guerras entre los dos reinos. Pero cuando esa rosa marchite, Azazel volverá a atacarnos a los ángeles y yo tendré que contraatacar. Por eso mismo no soy un angel puro de todo.

Desvio la mirada.
-Entiendo... Vuestra paz depende de una rosa. ¿No sería mejor dejar todo eso de la guerra y vivir siempre en paz? ¿Haya o no rosa?

- Eso es lo que intento hacer yo, pero la guerra es de dos y Azazel no es pacifista. Cuando uno quiere el otro tiene que defenderse o dejarse matar, y como comprenderás yo no puedo permitir que eso último ocurra.

Desvio levemente la mirada.
-Ya veo...
Me quedo mirando la orilla.
-Conozco a Azazel, y sé que es un poco cabezota, pero algún día recapacitará, supongo.

- No lo creo, ella solo vive para la guerra, no me extrañaría nada que incumpliera el pacto y atacara un día de estos.- digo preocupada.- Pero lo de cabezota no te lo discuto.

Me cruzo de brazos.
-Lo más divertido de todo es que puede que me una totalmente a ella. Supuestamente estoy a su servicio, pero aun estamos barajando ese asuntillo...

- ¿En serio vas a hacerlo?- pregunto asombrada.

Me la quedo mirando, perplejo.
-¿Algún problema con eso?

- Creo que sí, te utilizará y cuando vea que no le haces falta te apartará de su camino. ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?

Desvié levemente la mirada.
-Yo no controlo ese tipo de cosas. Esas cosas las manda mi padre.

- Tu sabrás, pero ten cuidado con ella- le aconsejo.