~Levemente~

Me quito la gabardina y la camisa. Dejo mi torso al aire y me tiro al agua.
Nado hasta ella con una sonrisa.
-Es que tenía un poco de calor, ¿tú no?

Me quedé blanca, mirándolo. No podía creer lo que estaba viendo.
-Ya veo ya... -Carraspeé. -Yo también estaba un poco sudorosa.

Empecé a reirme. Esta vez sí tenía ganas de reir.
-Eres muy mona, ¿lo sabías?

Me crucé de brazos.
-Ya, ya... que sepas que no te lo perdono.

La abracé y apoyé mi cabeza en su hombro.
-Me perdonarás. -Canturreé.

Me sentí incómoda ante esa situación. Tragué saliva y correspondí a su abrazo temblando.
-Bueno... vale... te perdono...

Sonreí abiertamente, y la abracé con más fuerza.
-¡Gracias!

No sabía si reír o llorar. Le estaba abrazando, y había empezado él.
-Angelo... -Susurré.

Me la quedo mirando a los ojos.
-¿Qué?

-... Yo... no deberíamos estar así.

Me encojo de hombros.
-¿Es que tienes novio?

Negué con la cabeza.
-No...

La cogí por la barbilla.
-... ¿Entonces?

Suspiré.
-Es que... nos conocemos de poco...

Empecé a reirme.
-A ver, ya te he dicho que me des tiempo.

Me lo quedo mirando.
-No me lo has dicho.

-Pues te lo digo ahora. -Sonreí.

Me encojo de hombros.
-Supongo... que tienes razón.

Reí levemente.
-Pues sí.

Le acaricio la mejilla.
-Qué linda...

Ladeé la cabeza.
-Bueno... pero... deberiamos ir poco a poco...

Negué con la cabeza.
-No, tranquilo.

Me reí por lo bajo.
-Estás ahora tú más tranquila.