~Levemente~

Desvio mi mirada, algo entristecida.
-Mis padres... sé en realidad poco de ellos. -Respiré hondo y proseguí. -Sé que mi madre fue encarcelada porque cometió un crimen muy grave, y mi padre me abandonó. -Lo miré a su ojo. -Para que luego digan que los ángeles somos bondadosos..

Enarco una ceja, sorprendido.
-¿Te abandonó tu padre? ¿Un ángel?

Asentí, y me mordí el labio.
-Me dejó en casa de unos ángeles un tanto distantes... sólo me atendían en lo justo. -Cerré los ojos. -Bueno... un ángel femenido, la señora de la casa, me trataba con cierta dulzura al menos.

Entrecerré los ojos.
-Lo debiste de pasar bastante mal.

Asentí, y sentí que mis mejillas ardían, y mis lágrimas iban a salir.
-Es que... no entiendo qué pudo hacer mi madre...

Suspiré.
Seguramente, si un ángel se alía con uno del bando de la oscuridad, tendría condena por alta traición. Hipotéticamente, su madre debe de ser también la mía.
Entrecerré los ojos. No podía ser... si encerraron a nuestra presunta madre, quiere decir que no la pillaron directamente, puesto que creo que yo soy mayor que Jane...
Me quedé pensativo.
-Dime, ¿cuántos años humanos tienes?

La pregunta me sorprendió.
-Unos... diecisiete... no lo sé. ¿Por?

Me quedé helado.
Yo tengo alrededor de dieciocho años humanos.
Eso quiere decir que, o una de dos... o ella no es mi hermana, o mi madre fue lo suficientemente lista como para ocultarme y a la vez tener una hija.
Pensé. ¿Podía ser un ángel tan astuto?
Sin embargo, la pillaron.
Todo esto era muy extraño, un rompecabezas muy confuso para mí.
Sacudí la cabeza.
-Ah... qué bien. -Reí. -Yo tengo alrededor de dieciocho años.

Rio levemente.
-Vaya... tus facciones son demasiado duras para un chico de dieciocho años. Eres un humano raro.

Me quedé mirándola, extrañado.
¿Humano?
-Esto... er... no soy humano.

Alcé una ceja, extrañada.
-¿Ah, no?

Sonrio falsamente.
-Soy algo un poco más... distinto.

Entrecerré los ojos, intentando descifrar qué me quería decir.
-¿Qué eres?

Asentí, feliz.
Por fin él me decía algo sobre él.
-Por supuesto.

Cerré los ojos y me concentré.
Mis colmillos salieron a la luz, y de pronto me entró sed.
Pero quise controlarme, no quería beber sangre, y menos sangre de ella.
La miro.

Me asusté un poco al principio, pero luego, por extraño que suene, me quedé fascinada.
-Eres... un vampiro.

Guardé mis colmillos, y sonreí.
-No me gusta mostrar quién soy... más que nada porque la gente piensa que voy a chuparles la sangre y tonterias de esas. -Asentí.

Mi rostro se tornó dulce.
-Si me lo has dicho es porque confías en mí... ¿Es porque soy un ángel?

Negué con la cabeza.
-Es porque eres Jane.

Abrí los ojos, sorprendida.
-Es... lo más bonito... que me han dicho. -Dije con sinceridad.

Reí por lo bajo.
-Entonces es que no has hablado con mucha gente.

Me quedé algo extrañada ante su afirmación.
-Bueno, no soy precisamente la más habladora de los ángeles... pero normalmente la gente pasa de mí.

Entrecerré mi ojo.
-¿Cómo puede la gente pasar de alguien tan bello como tú? Eres un ángel con mucho carisma y belleza, y tienes potencial... eres Jane, simplemente.

Miré al suelo, azorada.
-Pero... hay ángeles mejores que yo.